Este post es continuación del que escribí hace quince días, referido directamente a la donación de medicamentos y material sanitario para atender a la población ucraniana. Hoy abordamos una perspectiva general centrada más en nuestra figura como personas que queremos ser de utilidad frente a esta incomprensible emergencia.
Seguimos con Ucrania. Y por desgracia, esto va para largo que diríamos por aquí. Y las ganas de ayudar de la población española se mantienen, eso sí de manera más sosegada que lo que hemos vivido estas últimas semanas. Hablaba ayer durante una ponencia que nos está dando mucho más trabajo las personas que quieren donar, pero no están siguiendo las recomendaciones que estamos dando desde distintas organizaciones de la sociedad civil y las administraciones públicas que el que lo hace bien, que ya está protocolizado y sobre todo ajustado a lo que se necesita.
Hoy me voy a centrar en nuestra forma de actuar, intentando ofrecer una serie de pautas que nos ayuden a ser más útiles frente a esta emergencia, que nos va a afectar mucho más que lo que pensamos. La responsabilidad y altura de miras que Europa debe tener para poder integrar a los millones de personas refugiadas, va a ser un reto sin precedentes. Es por ello que bajo ese concepto de piensa globalmente, actúa localmente, la actitud de cada uno de nosotros es clave para poder ser de utilidad.
En primer lugar, hablamos de información de fuentes fiables y seguras. No está siendo una emergencia con muchos bulos, pero ante el interés de ayudar se debe tener información sobre el cómo ayudar, donde y sobre todo con quien. En cuanto a la ayuda en terreno, valorando la idoneidad de donar en producto o en dinero, y con entidades que garanticen que una u otra mercancía va a llegar. Es importante como van las entidades reportando la ayuda empleada hasta ahora, el grado de transparencia en la información y sobre todo la experiencia que cada entidad tenga. En este sentido, es bueno llamar a las organizaciones, y conocer si están trabajando en la zona, bien de forma directa o con alguna entidad local. En el caso de organizaciones ucranianas en España, conocer bien el plan de trabajo que estén desarrollando y quien es el responsable de toda esta ayuda. Finalmente, no obviar nunca las recomendaciones de las administraciones públicas como el gobierno, las comunidades autónomas o los ayuntamientos, y sobre todo la embajada de Ucrania en España. A pesar de ello, estamos en unas circunstancias de guerra en las que el suministro de ayuda está sujeto a situaciones muy complejas y el solo llegar, ya es complicado. Y como hablábamos hace dos semanas, donar solo lo que hace falta, no lo que creemos que hace falta o peor, aquello que nos sobra.
Otra cosa importante es la constancia. Vivimos lo que yo llamo una emergencia mediática. Ello supone que a diferencia de otros conflictos bélicos- hay unos 65 en la actualidad, aunque no oigamos a penas nada de ellos- estemos recibiendo noticias permanentemente, en televisión, radio internet y los distintos medios de información. Pero esto se acabará porque vendrán otras noticias que mandarán a Ucrania a un segundo o tercer plano como esta ha hecho por ejemplo con la COVID. Es fundamental que, al igual que recordaba Forges en sus viñetas con el “y no te olvides de Haití”, seamos capaces de no olvidarnos de Ucrania. Y en esta necesidad de no olvidar, debemos incluir, como no, a nuestros políticos intentando de alguna manera que su forma de actuar garantice la mejor salida del conflicto-invasión- y la mejor ayuda a los desplazados.
Hablaba antes de un conflicto más cercano de lo que nos pensamos. Y es que el flujo de refugiados que esperamos en España será muy numeroso, y aquí es donde en primera persona podemos ser de mucha utilidad. El derecho al asilo y refugio es universal y debe ser garantizado para toda persona que huye de un conflicto bélico-invasión vuelvo a repetir en el caso de Ucrania-o una situación de extrema necesidad. Debemos empezar por ser tolerantes y entender que cada caso es particular, que son personas que no vienen a España por capricho. Dejan allí toda su vida, la material que quizás es la que menos importe, y la más personal. Niños que dejan a sus padres en primera línea de batalla, mujeres que seguramente nunca volverán a ver a sus maridos. Personas que dejan a sus padres hijos y hermanos al albur de una situación bélica con un final incierto.
En el ámbito de la acogida, debemos colaborar siempre bajo las recomendaciones que nos den las administraciones públicas y las entidades acreditadas para ello. Hay que plantearse que acoger familias o niños sin unas determinadas circunstancias que garanticen la integración social y económica en un corto plazo, puede suponer un problema. Y que la adopción de niños, no siempre es la mejor solución.
Para terminar, una pequeña reflexión como siempre me gusta dejar. Hacía referencia al número de conflictos que hay en la actualidad, al concepto “emergencia mediática”, y a la necesidad de la integración de las personas desplazadas. Esta actitud solidaria que se ha despertado en estas tres semanas no debe ser una excepción. Nuestra actitud hacía los demás, especialmente a las personas migrantes debe ser siempre de tender la mano, de ayuda, de integración. Nadie deja su tierra por capricho, aquí en Cuenca lo sabemos bien, y debe ser un deber como ciudadanos facilitar a todo aquel que llega, el camino más fácil para integrarse en nuestra sociedad, no solo por su bien, sino egoístamente también por el nuestro. Ucranianos, y del lugar que vengan, eso sí, siempre bajo el marco que ampara nuestra legislación.