No me neguéis que el inicio del título os ha trasladado mentalmente a una canción de un grupo cubano-mexicano del siglo pasado. Perdonad que os haya cortado el buen rollo con esa apelación a la precaución. Pero es que ese concepto romántico de sol y playa puede ser más peligroso de lo que parece si no tomamos una serie de medidas. Empezamos.
El mes de mayo, mes de las flores, de la virgen, de la madre… es uno de mis meses favoritos. Sin ser aún mes veraniego ni de vacaciones, la primavera intensa deja entrever que ya se acerca el verano, con todos los condicionantes buenos que al menos para este que escribe tiene esta estación. Días largos, pueblo y playa quien pueda y asfalto para los menos afortunados…. Pero para todos calor, mucho calor.
Pasadas las navidades escribí un artículo para hablar sobre cómo afrontar los meses de frío que nos venían por delante. Ahora, vísperas de este verano que parece que va a ser el más normal de estos últimos dos años, toca consejos sobre cómo afrontar estos meses con las temidas olas de calor que cada vez son mayores y complejas.
Empecemos por la hidratación. El agua, este líquido que recurrentemente nombro en mis artículos sobre salud y bienestar que es fundamental para, hidratar nuestro interior y refrescarnos exteriormente. Fundamental beber agua antes de tener sed. Hay que tener en cuenta que las altas temperaturas nos hacen tener una mayor pérdida de líquidos con el consiguiente riesgo de deshidratación. Una botella de agua siempre a mano, nos hará estar mucho mejor.
Evitemos salir en las horas centrales del día si no es necesario, especialmente en el caso de niños y mayores. Aprovechemos las primeras horas del día en las que las temperaturas son mucho más suaves y dar un paseo se convierte en una actividad agradable. Si no hay más remedio que salir, usa ropa de tejidos naturales, ligera y holgada, de colores claros, sombrero o gorra, gafas de sol y cremas protectoras solares con un factor alto de protección. Y busca las zonas de sombra.
Si en las salidas necesitas usar el coche, procura aparcar en zonas sombreadas y nunca dejes a niños o personas mayores con las ventanillas cerradas. En un momento de exposición al sol, el coche puede llegar a coger temperaturas incompatibles con la vida.
Un apartado importante respecto a la actividad en calle es reducir la actividad física al aire libre, aunque no eliminarla. Aprovecha los entornos acuáticos en donde se puede realizar una actividad como por ejemplo nadar a la vez que refrescarse y divertirse solo, en familia o con amigos.
Mientras en casa también debemos tomar una serie de medidas especialmente si no tenemos aire acondicionado, aunque en este caso y con el precio actual de la energía, seguramente nos veremos obligados a limitar su uso para no calentar en exceso nuestro bolsillo. Utilicemos los lugares más frescos de la casa, ventilados y acondicionados, protejamos las zonas de sol con toldos y persianas, y ventilemos por la noche cuando las temperaturas son más bajas.
Intenta no hacer comidas copiosas, aumentando la ingesta de verduras y frutas frente a otros productos. Aprovecha además que es buena temporada para ello con una gran variedad de frutas y hortalizas –que bueno está el gazpacho de temporada-. Come menos cantidad y más veces al día evitando las comidas calientes y las bebidas alcohólicas, que si bien pueden saciar la sed de forma inmediata, producen deshidratación a corto plazo.
En este aspecto, llamar la atención sobre la conservación de alimentos en verano, en donde aumentan de forma considerable las toxiinfecciones alimentarias. Es importante mantener las medidas higiénicas para evitar disgustos a nuestra salud.
Como vemos, consejos en muchos casos muy básicos y de fácil realización.
Termino como siempre con una referencia al pueblo. Ya escribí un artículo el año pasado referente a esos veranos inolvidables de pandilla, bicis y abuelos…..Y noches al fresco. Siempre me ha admirado en las noches veraniegas, en las que la televisión anuncia noches eternas de calor, ver a mis paisanos sentados en la puerta de sus casas compartiendo con sus vecinos tertulias que no envidian en nada a las que diariamente nos asaltan en tele y radio. Y en muchas ocasiones con la necesidad de una chaquetilla porque mientras medio país está en vigilia por el calor, aquí en la Puebla hace fresquete. Ese aire acondicionado natural es uno de los mayores placeres que nos deja el verano rural. Ese aire, no tiene precio.